LA RELIGIÓN Y SENTIDO DE LA VIDA EN LAS SOCIEDADES POST-RELIGIOSAS.
¿Acaso un hombre sin sentido de su propia existencia
puede vivir?
La religión, por decirlo así, pasó de moda. Y solo cuando
se hace necesario de unificar los conceptos de una humanidad que no se siete
desunida, sino que por el contrario, siente deseos de saber lo que sucede en
diferentes lugares del mundo de una manera inmediata, sabe que al conocer al
otro debe resguardar una identidad propia, la cual lo lleva a comunicar su
propia esencia al otro con el que se encuentra y entabla comunicación.
Es difícil por tanto descubrir que tal identidad no esta
dada por el avance tecnológico que se haya alcanzado, ni siquiera por la forma
en que vivo o en que ayudo de forma filantrópica a quienes lo necesitan. Tal
sentido vital esta dado en la razón en que me doy cuenta que soy un hombre con
las limitaciones y capacidades de todos los hombres pero ante todo en que soy
un instrumento de Dios que me permite reconocerlo en aquellos que me rodean.
La religión debe ser el vehículo que le permita al hombre
y a la mujer de hoy descubrirse
diferentes y encontrar el sentido que les lleva a encontrarse consigo
mismos, con el otro y con Dios que se manifiesta en esta relación triple.
Pero para esto el hombre debe encontrar en la religión,
no el espacio dictaminador y legislativo, sino la casa que le hace sentir una
familia con los demás hombres y mujeres del mundo que habitamos, es el espacio
donde la diferencia enriquece y no divide.
Hoy cuando la sociedades posmodernas han descubierto que
la religión es un factor divisorio y que puede minar el poder al mezclar
elementos fanatistas o fundamentalistas, se hace preciso desmitificar el
aspecto religioso como ese espacio vital donde el hombre mismo descubre su ser
capaz de orientarse con la esperanza puesta en la construcción de un mundo
mejor para sus semejantes.
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