UN DIOS PARA HOY
El hombre de Hoy está llamado a ser hombre, no
superhombre ni infrahombre, esta convocación a la misma humanidad es la tarea
obligada para encontrarse con el otro y el Otro, estableciendo relaciones
capaces de dotar de esperanza a su propia existencia, ante la inmanencia
dominante en nuestra sociedad posmoderna.
Hoy Dios debe salir de las categorías separatistas del
mundo que le fueron impuestas en la edad media, y del cerco para acercarse a él
en el juramento anti-modernista. Cada vez Dios debe ser más accesible y esto se
logra por medio de un lenguaje mas cercano que libere al hombre de las ataduras
que la teología misma ha impuesto para intentar “salvaguardar” la enseñanza
revelada.
Este miedo a acercarse en el conocimiento de Dios hace
que cada día el hombre se interese menos por conocer al alguien que no se
interesa por la situación que le rodea, es decir es preciso mirar los grandes
hechos que han rodeado nuestra existencia en estos últimos años, ¿cómo es
preciso descubrir a Dios en el sufrimiento de los pasajeros de los vuelos
utilizados en los atentados contra las torres gemelas? ¿Cómo se descubre a Dios
como el ser que alienta la causa de quienes dirigieron tales atentados? ¿Dónde
esta Dios en las devastaciones naturales del tsunami en el Asia, o del huracán
Katrina en Nueva Orleáns?
Estos interrogantes del hombre de hoy nos hacen pensar lo
siguiente: ¿Cómo es posible enseñar a creer en un Dios que no interviene
directamente en la vida del hombre y en su historia?, y más aún ¿como es
posible creer en él?
No negamos que nos encontramos en una sociedad de consumo
que está mediada por el principio de la utilidad y del bienestar, la razón
instrumental afirma que aquello que sirva es lo verdadero, y para el hombre
actual que va en busca de afirmar su libertad ¿sirve un Dios que no concede lo
que le piden porque desea respetar la libertad misma del ser humano?
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